Mi amigo el zombie

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Mi amigo el Zombie
La noche anterior me la pasé jugando el típico videojuego en el que hay que correr, escapar y matar zombies. Tan tarde me dormí por estar jugando que al día siguiente me levanté hasta que la fuerte luz del Sol entraba por mi ventana. Pasaban de las dos de la tarde.
Me levanté de la cama, me vestí todo pandroso: jeans roto por todas partes, la primer playera que encontré. Fui al baño y de camino no escuché nada de ruido. Dentro de éste me lavé y volví a mi cuarto, de nuevo silencio absoluto en mi casa.
Así comenzó la rutina de siempre. Encendí la televisión y no había señal, quise arreglarla pero no importaba lo que hiciera, no lograba otra imagen que no fueran esos molestos puntitos.
Apagué la televisión y encendí la computadora los programas que siempre tengo abiertos -Twitter en TweetDeck, Facebook-. En Facebook no había mucho que ver, sólo algunos post sobre que los mayas tenían razón y esas cosas. Como siempre pensé: ¡Bah, que mediocres! Pero mi TL de Twitter estaba más activa, Tweets llegaban y llegaban sobre que todo adolescente esperaba esto, que los muertos caminaban, que aquí o allá habían refugios para la gente o que tal zona ya estaba infestada. Yo me quedé así: o_0 al ver todo esto; de inmediato corrí a ver a mi familia. En casa no había nadie. Regresé a mi cuarto y continué leyendo los Tweets. Cada vez se tardaban más en escribir y cuando les preguntaba su ubicación, o algo, ya no recibía su respuesta. Me llenó un gran sentimiento de soledad, tan intenso como si estubieras solo en todo el mundo. Tomé mi celular y comencé a llamar a mis contactos más cercanos. No conseguí respuesta. Entonces tomé dos mochilas, una que se cuelga por la espalda y otra que cuelga sólo por un hombro, tomé dos playeras y las guardé, luego tome una espada -replica de un video juego- que tengo colocada en la pared y otra del tamaño de un abrecartas. Bajé a la cocina y guardé toda la comida que encontré. Ya preparado, salí de la casa con el movíl en la mano y el Twitter abierto.

Comencé a caminar por las calles vacías. Habían coches estrellados por todas partes, casas incendiándose y, ocasionalmente, algún grito.
Pocos metros después llegué a un oxxo, en él planeaba llenar mis mochilas con proviciones pero al entrar me llevé una gran sorpresa: !un zombie se encontraba en ese lugar!
Saqué mi espada, la cual colgaba en mi espalda, la levanté apuntuntando al frente y poco a poco comencé a avanzar hacía el fondo de la tienda, los gemidos de este muerto comenzaban a sonar más y más fuerte, yo ya estaba preparado para ver una imagen grotesca en donde el zombie se estuviera comiendo a una persona o algo así. Pero mi sorpresa fue mayor cuando llegué al pasillo del final.
El zombie estaba de pie, dándome la espalda. Él parecía estar sosteniendo algo. Lentamente me acerqué a él y cuando lo iba a golpear con mi espada pude ver su desesperación al intentar abrir una bolsa de Doritos. Él me miró fijamente y luego de un rato extendió sus brazos hacía mi. Yo pensé que se lanzaría a morderme, pero todo lo contrario. Me estaba pidiendo que le abriera su bolsa de Doritos extendiéndola y agitándola frente a mi. Con temor dí unos pasos hacía delante, tomé la bolsa y la abrí, una sonrisa se formó en la podrida cara del zombie, le dí la bolsa y comenzó a devorar los Doritos como si llevara días sin comer. Cuando se terminó el escaso contenido de esa bolsa se quedó de pie, como balanceandose y gimiendo, tan suavemente que se confundía con el viento.
Me agaché y tome una bolsa de Doritos pero de las grandes, de los mismos que el zombie comía, la abrí y se la ofrecí. Él me miró por unos segundos, volvió a sonreír y tomó la bolsa y continuo comiendo. Ya despreocupado por el zombie, comencé a llenar mis mochilas para mi viaje con provisiones de todo tipo.

Al salir de la tienda me sentí observado. Me detuve un instante y voltee la mirada, !el zombie me estaba siguiendo con una Coca en las manos! Lentamente dí unos pasos alejándome de él, pero si yo daba tres pasos alejándome, él daba tres pasos acercándose. Me detuve de nuevo y levanté la mano, él se acerco y me entregó la Coca, sin quitarle la mirada a él destapé la botella y se la regresé, de nuevo me sonrió. Tomó la bebida y comenzó a beber. Permanecí en ese lugar hasta que la terminó. Luego seguí mi camino y unos cuantos metros atrás él me seguía. Corrí por unos minutos para dejarlo atrás, al no poderme seguir el paso el comenzó a hacer esos ruidos característicos de zombie. Me escondí en una esquina para ver si intentaba seguirme, él continuó el camino que pocos minutos había recorrido yo, parecía que de verdad quería ir conmigo. Pero entonces algo que no imaginé ocurrió: otros zombies salieron de una calle perpendicular a la que recorría el zombie que me seguía. Entonces esos zombies se le acercaron al primero y comenzaron a hacerle bulling, yo creo que lo rechazaban por no comer carne. En fin, lo empujaban, le pegaban y pateaban. De alguna forma eso me molestó y tuve que ir a ayudarlo. Saqué de nuevo mi espada y corrí hacía él. Tlaqueé a uno de ellos haciendo que cayera al suelo, los otros dos voltearon a verme y se lanzaron a mi, el que se encontraba más cerca extendió las manos para agarrarme pero rápidamente lo esquivé y de un sólo tajo le corté ambos brazos y en seguida la cabeza, el segundo zombie ya se encontraba cerca de mi, con el impulso que llevaba clavé mi espada en su cara y de una patada lo lancé al suelo, para esto el tercer zombie ya se había puesto de pie y se dirigía a mi, me resultó más sencillo cortarle la cabeza a este por el espacio que nos separaba.
Tomé aire, limpié mi espada con la ropa de uno de ellos y la guardé. Extendí mi mano al zombie que molestaban y lo ayude a levantarse.

Así fue como decidí continuar mi camino con mi nuevo amigo zombie.

08 de abril del 2012




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Historia: El chico del laberinto

Sáb Feb 7 , 2015
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